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3002. Viernes, 16 diciembre, 2016

 
Capítulo Tresmilésimo segundo: “La lectura es a la inteligencia lo que el ejercicio es al cuerpo”. (Richard Steele, 1672 – 1729; escritor británico).

En la (casi) década comprendida entre 1915 y 1923, dos cineastas barceloneses, los hermanos Baños, rodaron al menos tres películas (y parece que no fueron las únicas) para uso y disfrute de Alfonso XIII. Los títulos que han llegado sanos y salvos hasta nuestros días son El Confesor, Consultorio de señoras y El Ministro.

La primera, con una duración de cuarenta minutos, está ambientada en una sacristía y cuenta la historia de un cura confesor que se aprovecha de su autoridad moral para beneficiarse a sus feligresas. La segunda, de mayor duración, tiene como escenario la consulta de un médico que examina con curiosos métodos -pero siempre muy íntimamente- a sus pacientes. El Ministro trata la historia de una mujer que acude al despacho de un alto cargo del gobierno para interceder por su marido a cambio de ponerse algo más que cariñosa. Según distintas fuentes, el propio Alfonso XII habría sugerido los argumentos de las películas y los directores habían tenido especial cuidado a la hora de elegir a sus protagonistas, sin importar su talento como actrices, buscando mujeres con sobrepeso que encajaban en los cánones de la época muy del gusto del rey. Naturalmente sin importar su talento como actrices... como se sigue haciendo en la actualidad, por cierto.

Para que luego digan que la gente principal no se interesa por la cultura. Todo un mecenas y un impulsor del -nada más y nada menos- !séptimo arte! este hombre.