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3267. Viernes, 9 marzo, 2018

 
Capítulo Tresmilésimo ducentésimo sexagésimo séptimo: “El mejor placer en la vida es hacer lo que la gente te dice que no puedes hacer”. (Walter Bagehot, 1826 -1877; economista inglés).

Una paja es una caña de trigo, cebada, centeno y otras gramíneas, después de seca y separada del grano. Y también es un tubo delgado, generalmente de plástico, que se utiliza para sorber refrescos u otros líquidos. Y ya, como octava acepción y precedida de “malsonante” aparece en el diccionario paja como sinónimo de masturbación. Cosas de la R.A.E.

No importa. Lo que me llama más la atención es que si bien hay una lista interminable (a la par que muy sutil) con la que nombrar la masturbación masculina (hacerse una manuela, cascársela, matar neuronas, darse cariño, ir al baño, amasar la nata, tocar la zambomba, estrujar la salchicha, sacudir la sardina, hacer llorar al calvo, 5 contra 1 y el que pierde escupe, sacarle brillo al soldadito, escaneársela, darle al manubrio, afilar la espada… o el ahora tan usado jugar con el móvil), apenas conozco términos para la masturbación femenina.

Reconozco ser en este asunto (como en casi todo lo que tenga que ver con el universo femenino) un perfecto zopenco, pero aparte del poco creativo “hacerse un dedo” y de los más apañados “mover la ficha del parchís” o “tocar el contrabajo” no conozco más términos. Y digo yo que la vida, tiene que estar de momentos masturbativos también para ellas. Al menos debería.