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3278. Jueves, 5 abril, 2018

 
Capítulo Tresmilésimo ducentésimo septuagésimo octavo: “Nunca trabajes con los yihadistas, te explotarán".

Un presidiario rumano condenado a 20 años por asesinato demandó a Dios por negligencia al no haber sido capaz de apartarlo del mal. El acusado (para sorpresa de algunos) no se presentó oficialmente al juicio (aunque al estar en todas las partes, estar, estaría). Otra señora, la astróloga rusa Marina Bai demandó a la NASA por "alterar el equilibrio del universo" después de que esta lanzase una sonda para estudiar el cometa Tempel I y, al alterar el cosmos y eso, le descuadrara su negocio de astrología.

Unas demandas que, aunque ciertas, no dejan de ser absurdas. No como otras, con mucho más fundamento. Como la que presentó R. Overton, que demandó a la cerveza Budweiser porque, al contrario de lo que decían sus anuncios, cuando el buen hombre la bebía "las mujeres no se sentían atraídas" por él y encima "luego tenía resaca".

La demanda se desestimó, prueba evidente de que la justicia es un cachondeo.