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3313. Martes, 29 mayo, 2018

 
Capítulo Tresmilésimo tricentésimo decimotercero: "El que no tiene nada que decir, suele hablar de más”. (Refrán universal).

Hay gente que a todo le hace ascos: que si esto no me gusta, que si yo de eso no como, que de dónde has sacado estas criadillas de rata caramelizadas con mermelada de lenguecitas de canario en un lecho de pasiflora. Unos tiquismiquis, vaya. No como los de cierta edad, nosotros, hijos de los hijos que vivieron la posguerra y gente del workingclass en toda la amplitud del palabro, que comemos lo que nos echen.

Así, en principio, no tendría reparos en meterme en la boca (uno es de lo que se llevan ahí casi cualquier cosa) un taco de ojos, plato típico mexicano en los que se sirve un ojo entero de vaca en una tortita rodeada por trozos de carne de la cabeza del animal. Algo que, por cierto, no es nada nuevo... y mucho menos exótico. En mi pueblo también se aprovechaban los ojos, algo que, además, era sinónimo de fiesta ya que solo ponían mitad y mitad de la cabeza de la ternera bien churruscadita en las grandes celebraciones. Y sin el taco, que eso sí que es cocina extranjera.

Los ojos de vaca son crujientes por fuera y tienen la textura de un moco por dentro. !Ah!, y nosevale decir que no sabes cuál es la textura de un moco... lo sabemos, seguro. A probarlos.