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3322. Lunes, 11 junio, 2018

 
Capítulo Tresmilésimo tricentésimo vigésimo segundo: “El éxito es como una flatulencia, a las personas les huele mal si no es de ellas”. (Bill Gates, 1955, empresario estadounidense).

A no ser que sea inevitable nunca pongo contraseñas en los aparatos electrónicos. Y sí, lo reconozco, cuando me obligan yo también suelo usar el 123456. Que no es tan raro, durante la Guerra Fría el código secreto para desbloquear los dispositivos nucleares de los Estados Unidos era 00000000. Y no, no estaba Trump. Pero estoy harto de tener tantas y encima andar cambiándolas más que una actualización del Windows.

Los que (dicen que) saben de estas cosas señalan que es mejor usar una frase cualquiera o la letra de una canción que una combinación de letras y símbolos. Y que, por más que en el banco te digan lo contrario, conviene ponerlas por escrito en un papel porque cuando no las apuntamos tendemos a elegir algo fácil de recordar, y por lógica, algo fácil de hackear.

Eso sí, teniendo cuidado al guardar la nota, que no hay cosa más horrorosa que el papelito en cuestión (y por ley de Murphy hay muchas posibilidades de que pase) se te caiga en ese hueco extraño y perverso que existe entre el freno de mano y el asiento del coche. Ahí y no en el del Atlántico está el verdadero Triángulo de las Bermudas.