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3323. Martes, 12 junio, 2018

 
Capítulo Tresmilésimo tricentésimo vigésimo tercero: “La verdadera compenetración entre la pareja se alcanza cuando sobran las palabras y solo con una mirada ya sabes que te va a caer la del pulpo”.

Hay cosas que siempre nos hacen reír, pero solo si les pasan a los demás. Como pillar ladillas, salir del retrete con papeldeculo pegado al zapato, que imiten a algún conocido, las eternas caídas de culo, los nombres ridículos, o que alguien se confunda de destinatario al mandar un mensaje guarro de whatsapp.

Y los pedos. Algo tan habitual en todas las personashumanas pero que resultan tan distintos si es uno el que se los tira o son los demás los que lo hacen. Aunque aquí entran más factores a considerar. Por ejemplo el sitio, que un pedo de un extraño del retrete vecino -tabique por medio- es gracioso, pero un pedo del que está meando justo al lado es algo más asqueroso. Aunque sea el mismo pedo. O las propias características intrínsecas del susodicho pedo, que uno sonoro siempre será mejor que uno apestoso, a no ser que el apestoso te lo hayas tirado tú, con lo que la cosa cambia completamente porque nada huele como los pedos de uno.

Desde luego, pocos asuntos tienen tantos matices, vertientes, ramificaciones y/o aristas como el inquietante mundo de las flatulencias. Un clásico.