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3325. Jueves, 14 junio, 2018

 
Capítulo Tresmilésimo tricentésimo vigésimo quinto: “Yo soy el original y Bradpitt es mi copia”.

A menos que uno sea futbolista de los que ganan (mucha) pasta, político apoltronado en algún cargo o modelo internacional (no sirven los de tallas grandes), no hay muchas razones para poner un retrato de uno mismo (ni en blancoynegro ni en color) en una pared de casa. Si acaso sirve una caricatura (y que no sea muy grande) de esas perpetradas por un artista con párkinson en el pasemarítimo de gandía.

Y mucho menos colgar esas cosas -tan de moda ahora- con imágenes con una puesta de sol, un apretón de manos saliendo de unas nubes o frases del tipo: "pensamiento positivo: es el viento de los sueños en equipo soplado por el valor de la autenticidad". Directamente encuadra a su "innovador" en la categoría de gilipollas xxl.

Vistas las chorradas que se ven por ahí mejor poner un marco vacío... o directamente nada. Simple cuestión de estética.