Capítulo Tresmilésimo tricentésimo trigésimo segundo: "Coquetear con las drogas es un gran error, hay que implicarse en una relación a largo plazo”.
Que el jefe te suelte a bocajarro “¿puede venir a mi despacho ahora?”; que la cajera saque su sonrisa burlona avisándote "su tarjeta ha sido rechazada"; o incluso esa voz mecánica avisando "este tren permanecerá detenido unos minutos", son de esas frases que, aunque suela decírtelas un extraño, siempre te ponen los pelos de punta.
Pero ninguna es comparable a la que te sueltan después de lo que uno piensa no es más que una agradable conversación con la pareja y lo que de verdad pasa es que te está cayendo la del pulpo por no haberte dado cuenta de que noeresmásqueuncerdoegosita. Pocas cosas causan tanta zozobra, desasosiego y te dejan más descolocado, que te suelten sin saber ni cómo ni porqué un “¿Ni siquiera te has dado cuenta, verdad?”
Que algo habrás hecho, no digo yo que no, pero pocas veces uno sabe qué. Podían por empezar diciéndolo y a lo mejor así...
