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3363. Viernes, 7 septiembre, 2018

 
Capítulo Tresmilésimo tricentésimo sexagésimo tercero: "De todas las aberraciones sexuales, la más singular tal vez sea la castidad". ( Remy de Gourmont, 1858 – 1915; escritor francés).

Para incrementar el deseo sexual en los hombres, las mujeres de la Edad Media cogían un pez vivo y lo introducían en su vagina hasta que muriera, luego lo cocinaban y se lo daban de comer a sus maridos. Eso sí, las buenas mujeres no lo hacían porvicio sino por una razón más noble: quedarse preñadas.

La finalidad del sexo en la Edad Media era la procreación, generalmente a costa de la sumisión de la mujer y del poder del hombre por lo que el placer como tal estaba, al menos teóricamente, fuera del asunto. Por eso, la masturbación femenina era castigada con un año de penitencia, ya que con semejante práctica las mujeres descuidaban sus obligaciones maritales evitaban la procreación.

Pero claro, mientras un montón de leyes, contratos o textos religiosos se empeñaban en establecer los límites de las prácticas sexuales, la realidad era bien distinta, autores como Boccaccio, Dante, Chaucer y, sobre todo, muchos testimonios de la época que han resistido el tiempo, reflejan la vida cotidiana donde las pasiones y las prácticas más o menos prohibidas (es decir, casi todas), eran lo común.

No se le pueden poner puertas al campo o, dicho (mucho) más finamente, antelajodiendanohayenmienda.