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3364. Lunes, 10 septiembre, 2018

 
Capítulo Tresmilésimo tricentésimo sexagésimo cuarto: "La luz viaja más rápido que el sonido. Es por eso que algunas personas parecen brillantes hasta que se les oye hablar”. (Proverbio sueco).

Llega una familia china cualquiera a cenar a su casa muerta de hambre y, por ser un día especial, les espera un gran banquete. De primero sopa de nido de golondrinas, considerada una delicatesen. Estos animalitos acostumbraban a hacer sus nidos en rocas casi inaccesibles, lo que hace que conseguirlos sea difícil y peligroso. Por eso son tan apreciados. La materia gelatinosa de que la que están hechos resulta ser toda una exquisitez.

De segundo un guiso de sesos de mono, muy popular en Canton y considerado como algo tan grato al paladar que ocupa sitio preferente en las grandes celebraciones, y que es mucho más apreciado, por aquello de que aumenta su sabor, si se sirven los sesos crudos.

Todo ello (curiosamente) acompañado de arroz.

Puesto que todo es cuestión de costumbre y el sabor parece que está garantizado, ¿por qué no va a poder gustarnos esa cena de lujo, siempre y cuando no nos digan el nombre de los ingredientes con que la han hecho?

Al fin y al cabo no somos los más indicados para hablar. Ancas de rana, criadillas, pulmones, corazón, lengua, oreja, asadura, rabo, gallinejas, los lagartos en salsa de la Hurdes, la chanfaina de sangre y patas de gallina de mi pueblo (que bien buena que está)... y así, suma y sigue, hasta el infinito y más allá.

¡Anda y que nosotros nos quedamos atrás!