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3375. Martes, 25 septiembre, 2018

 
Capítulo Tresmilésimo tricentésimo septuagésimo quinto: “¿Por qué a más altura desciende la temperatura si se supone que se está algo más cerca del Sol?

En cuestiones de pedos nadie ha podido superar, ni tan siquiera acercarse, a los antiguos griegos Los clásicos soltaban unos pedos prodigiosos, unas ventosidades asesinas, una mezcla extraordinaria de aires refinados y sutiles, parecidos en naturaleza al rayo, capaces de matar al instante.

Lo confirman grandes escritores de la época que describen, grave y pomposamente, que los griegos de pedos mortales soltaban algo parecido a un rayo, con unos gases atroces en grado sumo y tan inflamables y deletéreos, que con una sola explosión podían matar a un hombre, cosa que, en efecto, sucedía y que conocemos gracias a estrofas tan conmovedoras como esta:

“En una ocasión el valiente Áyax, hijo del gran Telamón, soltó un pedo mortífero con que mató a Agamenón”

Y de una forma mucho más limpia y ecológica que las bombas nucleares esas. ¡Dónde va a parar!