Capítulo Tresmilésimo cuadringentésimo quincuagésimo tercero: "La juventud no tiene edad”. (Pablo Picasso, 1881 - 1973; pintor español).
Al principio, para definir la edad, te meten en un saco en el que el campechano “-ero” resulta simpático. Eres
quinceañero,
veinteañero, incluso (
yavestú)
treintañero. Pero de pronto, como una losa que te pilla completamente desprevenido, aparece un desagradable “-ton”. Sin ninguna piedad, sin misericordia, sin compasión, uno pasa a ser
cuarentón, cincuentón, sesentón.
Si uno con treinta y tantos -y pudiendo elegir entre
treintañero o
treintón- siempre se queda con el primero, digo yo que los demás también tenemos derecho a que nos llamen
cuarentañero o
cincuentañero. Por ejemplo. Los años serán los mismos, sí, pero en la era de la imagen esos detalles son los que cuentan.
Tanto cuidar el lenguaje en cosas insulsas para que resulte
políticamente correcto y luego en las que de verdad son importantes, pasan olímpicamente. Pues muy mal.