Capítulo tres milésimo sexcentésimo septuagésimo octavo: “No tengo tiempo para tener prisa.” (John Wesley, 1703 – 1791; teólogo británico)
Es curioso eso del
lowcost (
osea-sé bajo coste), empezó poniéndose de moda para viajar en avión y ha acabado por extenderse a un montón de cosas. Lo más gracioso es que se empeñan en vendérnoslo como algo nuevo, moderno y que ha revolucionado la manera de comprar cosas. !Cómo si lo hubieran inventado ellos!
A ver, no quiero ir de listillo ahora, pero eso del
lowcost ha existido de toda la vida y en todos los sitios del
mundomundial por muy remotos o pequeños que sean. Para entenderlo, en todos los
pueblosdedios ha habido de siempre
señoritasputas, y de toda la
vidadedios ha habido
señoritasputas de alto
standing, que están muy buenas pero valen una
pasta, y
señoritasputas estándar (
osea-sé lowcost) que te hacen el mismo servicio, sí, pero que puede tengan 55 años, les falten algún diente y/o porten una plaza de toros por culo, algo que en principio no tiene porqué ser excluyente pero que suele afectar bastante al valor de la transacción.
La misma diferencia que coger (en cualquier sentido de la palabra, argentino incluido) un
ryanair o un
kuwaitairways. Por ejemplo.