Capítulo cuatromilésimo centésimo trigésimo segundo: "Si un chino baila reggaeton aparece la policía seguro… No debería de gritar muy alto el pelea, pelea”.
Desde que lo de comer se ha vuelto sofisticado y los paladares exigentes (hambre tenían que pasar, que decía mi abuela) buscan sabores "naturales", se han puesto de moda las recetas con alimentos silvestres, extendiéndose la idea de "volver a lo natural" -sea lo que eso signifique-, y otras historias románticas sobre lo "ecológico", más vinculadas con campañas mercantiles que con la historia biológica de las especies.
Y como parece que todos tenemos claro que cuanto menos procesado todo, mucho mejor, propongo volver al principio y que igual que existen cubos de basura de todo tipo tamaño y condición que recogen lo que tiramos para reciclar, se instalen también a pie de calle (un armatroste más en la acera no se iba a notar mucho) letrinas en las que poder evacuar (las veces que uno considere al día, que eso es personal) y que el producto depositado allí directamente se recoja y pueda ser usado como abono natural para darle, por ejemplo, a los tomates sabor a ¡tomate! Si es que alguien se acuerda de a qué sabe un tomate que sabe a tomate.
Aprovechando la logística del servicio de basuras, millones de deposiciones podrían usarse cada día como fertilizantes naturales, sin aditivos químicos o perfumes artificiales y, sobre todo, baratos. Que ahora estamos tirando una millonada por el retrete y nadie dice nada.
Yo creo que si les ponen conexión wifi gratis para mientras uno esté haciendo fuerza y eso, el éxito está asegurado.