Capítulo cuatromilésimo centésimo cuadragésimo cuarto: “Es un error fatal que la felicidad sea siempre subterránea y la desgracia tan evidente”. (Montserrat Roig, 1946, escritora española).”
Colocarse esas botas de andar tan sucias como gastadas (ningún explorador comodiosmanda ha mirado jamás a sus botas y ha visto su cara reflejada), salir al campo y en una ladera hacer una majestuosa croqueta a velocidades que desafíen cualquier norma básica de prevención de riesgos. Basta con colocarse en posición y dejar que la gravedad haga su trabajo mientras gritas lo primero que se te ocurra todo lo fuerte que puedas.
Hay que celebrar de alguna manera el verano de días soleados y noches estrelladas mientras esperamos como aguademayo las vacaciones, esos días en los que no hay que tener nada que hacer teniendo todo el tiempo del mundo para hacerlo.