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642. Lunes, 7 noviembre, 2005
Capítulo Sexcentésimo cuadragésimo segundo: "Los cautos rara vez se equivocan". (Confucio, 551 a.C.- 478 a.C. filósofo chino)A pesar de las irrefutables pruebas (la última aportada hace muy pocos días) demostrando que lo más lógico, sensato, razonable (y sobre todo placentero) es buscarse una pareja del mismo sexo cada vez que uno pretende realizar ciertas e imprescindibles necesidades fisiológicas, no podemos olvidar que aún hay gente " rara" que, obviando la realidad, prefiere mantener relaciones sexuales con personas del sexo contrario. Pues tampoco tienen que perder la esperanza. Hay solución. Aunque el tema está bastante más complicado y es casi " contra natura", también existen algunas reglas que pueden ponernos sobre la pista en tan delicado asunto. Y aunque ya vimos alguno, quedan más, muchos más, métodos -tan efectivos como baratos- capaces de determinar con cierta exactitud, la compatibilidad de una pareja de distinto sexo. La respuesta, como siempre, en el kamasutra. Según éste tratado de sabiduría sin igual, los varones se clasificarán conforme al tamaño de su pene en liebre, toro y caballo, mientras que las mujeres se clasifican, dependiendo de la profundidad de su vagina, en cervatillo, yegua y elefanta. Dando lugar a las tres uniones ideales: liebres-cervatilla, toro-yegua y caballo-elefanta. Ahora, a buscar.
641. Viernes, 4 noviembre, 2005
Capítulo Sexcentésimo cuadragésimo primero: Lo mejor es salir de la vida como de una fiesta, ni sediento ni bebido. (Aristóteles, 384-322 a de C. Filósofo griego )Por discrepancias con mis jefes laborales y después de muchos intentos, no he tenido otra opción que establecer unilateralmente mi sistema de trabajo. Yo creo que merezco "x" y ellos se empeñan en pagarme "menos x". La solución para no llegar a un bloqueo completo de las negociaciones se me ocurrió a mi solito: "trabajo" sólo las horas que, según yo, me pagan de una manera justa; el resto del tiempo que tengo que " pasar en el trabajo" por alguna extraña razón de un convenio de las narices, lo dedico a otras cosas que nada tienen que ver con el. La formula del " valor añadido" que llaman. Por cierto, la única manera para conseguir que acepten la propuesta es no diciéndosela. Tampoco es cuestión de robarles un tiempo que siempre dicen que " no tienen" con algo que puede solucionar uno mismo. Y como creo en la solidaridad y todo eso, lanzo la idea para quien la quiera, sin copyrights raros ni nada. Eso si, un consejo, no conviene valorarse mucho a la hora de establecer el precio, qué por lo menos el sueldo mensual dé para currar un par de días en semana, hay que comprender que si trabajamos para ellos es porque nos necesitan, no conviene defraudarlos, podrían caer en una depresión y lo que nunca debemos hacer es ponernos a su nivel. Por cierto hoy es viernes y, naturalmente, no me toca. Hasta el lunes.
640. Jueves, 3 noviembre, 2005
Capítulo Sexcentésimo cuadragésimo: "Cada vez que se encuentre usted del lado de la mayoría, es tiempo de hacer una pausa y reflexionar". Mark Twain, 1835-1910 escritor norteamericano)No es cuestión de hacer proselitismo, sin embargo, los datos son tozudos y dejan poco espacio a la duda: mientras un varón puede eyacular en 30 segundos (y rara vez pasa del cuarto de hora), la mujer necesita una media de 30 minutos para llegar al orgasmo. Preámbulos amorosos aparte, por supuesto. La conclusión es evidente: una relación sexual entre dos hombres siempre será mucho más lógica -y por lo tanto mucho más placentera que es (la gran mayoría de las veces) de lo que se trata-, que cualquiera que se pueda producir entre hombre y mujer. Y luego el sexualmente " raro" soy yo...
639. Miércoles, 2 noviembre, 2005
Capítulo Sexcentésimo trigésimo noveno: "A los 20 años nos preocupa lo que los demás piensan de nosotros. A los 40, ya no nos importa. A los 60 descubrimos que los demás no han pensado en nosotros en absoluto" (Jock Falkson, 1948, escritor norteamericano) Por mucho tiempo que pase, por más que sus descendientes, con el único fin de que olvidáramos la cruel y miserable humillación a la que, por su culpa, nos vimos sometidos un nefasto día de nuestras vidas, hayan intentando lavar su imagen inventándose algún que otro merito literario, nosotros no olvidamos. El responsable de tan inhumana y brutal vejación tiene nombre propio: Frances Hodgson Burnett
Semejante personaje publicó en 1885 "El pequeño Lord", novela sobre un protagonista verídico, el lord infantil Fauntleroy, cuyas ilustraciones popularizaron la imagen de un niño que iba siempre vestido de forma emperifollada y hasta presumía de tener en su ropero un uniforme de la marina. El gran éxito que obtuvo con su "brillante" relato instauró la costumbre de que los hijos varones de las familias acomodadas primero, y del resto después, hicieran la Primera Comunión vestidos de uniformes. Él es el culpable último de algunas de las más espeluznantes, terroríficas y aterradoras imágenes que nunca debieron producirse pero que están ahí para escarnio y vergüenza de su obligado protagonista: yo.
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