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1069. Miércoles, 7 noviembre, 2007
Capítulo Milésimo sexagésimo noveno: "La filosofía no es más que el sentido común en traje de etiqueta" (Tish Jett, 1945, editor estadounidense) Alan Hirsch es uno de los mayores expertos en enfermedades relacionadas con los sentidos del gusto y del olfato. El hombre, neurólogo y psiquiatra, se debe de aburrir lo suyo y ha presentado en la Association for Chemoreception Sciences, en Florida, las conclusiones de su último estudio: los perfumes -al menos los perfumes florales- adelgazan. Para llegar a esta conclusión, los investigadores de su equipo rociaron a una vendedora de cosméticos de 1,75 metros de altura y 115 kilos de peso con diferentes perfumes. Después la llevaron en días diferentes, en diversos lugares, ante distintos hombres a los que solicitaba que adivinaran su peso. El estudio tuvo en cuenta la opinión de 200 individuos de edades entre los 12 y los 61 años. La conclusión: cuando la vendedora llevaba un perfume de tipo floral el peso percibido por los hombres se reducía en un siete por ciento, un efecto adelgazante que -según el propio estudio-, podía deberse a que la percepción de las esencias florales que portaba la vendedora distraería la atención sobre su exceso de peso. Bueno, no voy a decir yo que la cosa sea una tontería. Al fin y al cabo quien más y quien menos ha usado este tipo de trucos ópticos para disminuir o aumentar alguna cosa concreta. A ver, ¿quién no se ha puesto un vestido negro para parecer más delgado? ¿Quién no se ha comprado un traje a rayas verticales para estilizar su figura? ¿Quién no se ha recortado todo lo que ha podido el pelo de ciertas zonas de su cuerpo para que aquello pareciera más grande...? Yo mismo pruebo de vez en cuando alguno de los trucos anteriores y opticamente (sólo opticamente) funciona. Y no es el de las rayas verticales precisamente. estudios, apariencia
1068. Martes, 6 noviembre, 2007
Capítulo Milésimo sexagésimo octavo: "La persona que no comete una tontería nunca hará nada interesante." (Proverbio inglés)Por mucho tiempo que pase, por más que sus descendientes -con el único fin de que olvidáramos la cruel y miserable humillación a la que por su culpa nos vimos sometidos- intenten lavar su imagen inventándose algún que otro merito literario, nosotros no olvidamos. El responsable de la tan inhumana como brutal vejación por la que quien más y quien menos tuvimos que pasar un nefasto día de nuestra vida, tiene nombre propio: Frances Hodgson Burnett.Semejante personaje publicó en 1885 " El pequeño Lord", novela sobre un protagonista verídico, el lord infantil Fauntleroy, cuyas ilustraciones popularizaron la imagen de un niño que iba siempre vestido de forma emperifollada y hasta presumía de tener en su ropero un uniforme de la marina. El gran éxito que obtuvo con su "brillante" relato instauró la costumbre de que, los hijos varones de las familias acomodadas primero, y del resto después, hicieran la Primera Comunión vestidos de uniformes. Él es el culpable último de algunas de las más espeluznantes, terroríficas y aterradoras imágenes que nunca debieron producirse... pero que están ahí para escarnio y vergüenza de sus obligados protagonistas. Yo incluido. tortura, culpable
1067. Lunes, 5 noviembre, 2007
Capítulo Milésimo sexagésimo séptimo: "Ser especial te abre puertas, pero es la mala leche las que las mantiene abiertas." (Madonna, 1958; cantante estadounidense)
Antes de nada: no es de personas civilizadas matar al mensajero. En este caso, yo. Lo dice cualquier manual del tema: hay dos fórmulas altamente molestas -y poco corteses- para interferir en el discurso de un orador: los gritos y los silbidos. Los gritos son molestos, pero los silbidos son, sin duda, mucho más desagradables, debido a la sensibilidad de nuestro sistema acústico. El oído humano es mucho más sensible a los sonidos con frecuencias elevadas, es decir a los agudos, que a los de baja frecuencia. Esto explica por qué en una reunión donde hablan muchas personas a la vez, se entiende mejor a las mujeres y a aquellas personas de las que se dice que tienen voz de pito. Vamos, y por si a alguno todavía le quedaba alguna duda, siempre son ellas las que llevan la voz cantante. Y hay estudios que lo demuestran.
gritos, misoginia
1066. Viernes, 2 noviembre, 2007
Capítulo Milésimo sexagésimo sexto: "El silencio es el partido más seguro para aquél que desconfía de sí mismo". (Francisco VI, duque de La Rochefoucauld, 1613 - 1680; escritor francés.)
Viernes. Sólo unos pocos desgraciados estamos al pie del cañón. En la línea, siempre tan práctica, de " tantos hombres y tan poco tiempo", un consejo para poder aguantar el día de hoy en el trabajo con un mínimo de dignidad: imitemos a la cucaracha. Ya sé que no suena bien, sin embargo hay casos en los que conviene dejar a un lado cualquier prejuicio y enfocar las cosas de otra manera; bien mirado basta pensar que hasta para el más desalmado padre cucaracho, su hijo cucarachito le parecerá guapo. Todo es relativo. Primera conducta a imitar: no derrochar más energía de la necesaria. Las cucarachas se pasan tres cuartas partes de su vida tranquilamente ocultas; por cada cucaracha que se ve hay otras 75 escondidas. Así pues, durante el horario laboral intentaremos dejarnos ver lo menos posible. Si acaso cuando vayamos a por los imprescindibles cafés. El resto del tiempo, evaporados. Segunda y más importante: consumir lo mínimo. Debido a sus hábitos esquivos y su carácter omnívoro estos simpáticos animalitos son capaces de sobrevivir hasta una semana alimentándose sólo del pegamento de un sello. Consumen lo mínimo, gastan los imprescindible. Hagamos lo mismo lo mismo en todo lo que tenga que ver con las actividades laborales de hoy. Será nuestra forma de protesta ante la gran injusticia que cometen con nosotros. Al enemigo, ni agua. Hasta el lunes. protesta, puente
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